viernes, 11 de febrero de 2011

LAS HUELLAS DE LAS LETRAS


”La prudencia de los sabios y la experiencia de las edades acaso puedan ser preservadas a la posteridad merced a las citas” Isaac Disraeli

“Creo en las hadas”. ¿Recordáis Peter Pan?

No ha mucho me preguntaron cuánto había de autobiográfico en El Hechizo de Caissa. Los que habéis seguido este blog y la narración que en él se hace desde el principio sabéis la respuesta a esta pregunta. En realidad hay mucho de sentimientos, percepciones y creencias más o menos ocultas, más o menos reveladas, pero pocas coincidencias entre mis vivencias y las de Marcos o Roberto. Pero sí hay una cosa que puedo gritar bien alto (como los niños de Nunca Jamás): CREO EN EL PODER DE LAS PALABRAS. Y mi personaje preferido de El hechizo también cree en el poder de las palabras. Ambos creemos que lo escrito, las letras, son imprescindibles para preservar el saber popular, y que las citas, los refranes y los dichos aseguran la trasmisión de un saber arcano, profundo y sabio. De ahí que encabece cada entrada de este blog con una cita a modo de preámbulo y/o reflexión, y de ahí que lo mismo haga en los diferentes capítulos de El Hechizo.

Las citas, las sentencias y los refranes pueden parecer pedantería barata, y tienen legiones de detractores, incluso entre los más crueles críticos literarios, pero para mí tiene un poder nemotécnico descomunal, algo así como el poder didáctico del currículum oculto del que hablaba en otra entrada de este mismo blog: parecen triviales, pero dejan huella.

Como soy claramente sospechoso de enarbolar la bandera del “inmovilismo cultural” (absurda acusación, absurdo concepto) y defender a ultranza los usos y costumbres lingüísticos del pasado (creo haberlo dejado muy claro a lo largo de todo este blog criticando abiertamente los argots tecno-modernos) no sé si me creeréis cuando os digo que me aterra un futuro donde nuestro léxico se resuma a un millar de vocablos, donde nuestra memoria no sea sonora (“la musicalidad del refrán, del dicho, de la cita”) y todo sean código binarios, unos y ceros. Seguro que alguno pensará que soy un pesimista apocalíptico y otros muchos me tacharán de…. (“escríbase lo que se quiera aquí”), si digo que me apena cuando me llaman burro o inculto al utilizar expresiones, construcciones, conectores o vocablos del tipo mayormente, en llegando, por mor de, a fuer de, empero, ora bien,… Vaya que reconozco que son arcaicos y poco dados a emplearse en registros lingüísticos cotidianos. Pero la alternativa, los mola un mazo, estas que flipas, etc… me seducen muy poquito. Vale, vale, hay un término medio, lo sé.
Pero siempre nos quedarán las citas como recordatorio de la musicalidad de nuestro lenguaje. Porque cualquiera de los encabezamientos de este blog me impulsa a  reflexionar mucho más que la “customización” del lenguaje. ¿A vosotros no? No mintáis. De hecho muchos de los comentarios que habéis escrito en este blog hacen referencia a la cita más que al texto. Amáis el lenguaje como yo. Os cuesta reconocerlo pero vosotros, como yo, como Roberto, creéis en el poder de las palabras.

Un pequeño recorte:

«Cuenta la leyenda que primero fueron las palabras, y fueron ellas quienes crearon las ideas, los objetos, los seres y los sentimientos. Y que la vida sólo es su molde, su parte visible. Aquí, acaba la leyenda. Entre leyendas y realidades, las palabras emergen, tejen historias, las historias crean vidas y la vida retoma de nuevo la palabra.»

YO CREO EN EL PODER DE LAS PALABRAS ¿Y vosotros?

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