jueves, 27 de mayo de 2010

A PROPÓSITO DE HENRY.


”Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera.” Albert Einstein.

Con esa puerilidad con que a veces capitaneo mis decisiones, me encanta bautizar algunos de mis escritos con títulos de películas (a veces de canciones, a veces de libros...), no porque el contenido del texto tenga mucho que ver con el argumento del film, sino por lo que sugiere el propio título. Por eso, que nadie busque parecidos de ningún tipo entre el sujeto del que voy a escribir y Harrison Ford. Simplemente me apetece hacerlo, y además ya sabéis que en este blog estoy utilizando alias para todos los personajes reales. En este caso, Henry es un buen nombre.

Aunque este tipo de reflexiones puedan ser ociosas y gratuitas, ¿alguna vez nos hemos parado a pensar en la influencia que ejercen las personas de nuestro entorno – familiares, amigos, compañeros de trabajo, enemigos…- en nuestra cosmovisión, en nuestras decisiones, en nuestra idiosincrasia y en nuestro talante? Somos lo que vemos, que decía aquél.

Así pues, y retomando el tema de los personajes de El Hechizo de Caissa, no es de extrañar que algunos de sus rasgos característicos sean sospechosamente similares a los de algunos amigos, familiares y compañeros míos. Sin duda la influencia más evidente (aunque quizás más sutil) es la de mi padre, por la simple razón de que siempre es el padre /madre el principal, fundamental, primario y más importante educador. No me importa lo que nos diga un coyuntural ministro, unos visionarios psicopedagogos, la caja tonta, la red de redes o Pototo el de la moto, porque el día en que los padres cedan su protagonismo (¡y responsabilidad!) a otros “elementos” educadores, entonces lloraré y comenzaré a creer en el Apocalipsis. Pero quitando esta evidente fuente educativa, en El Hechizo hay unos cuantos personajes que se han nutrido de algunos compañeros del club de ajedrez al que pertenezco. En posts anteriores, y también en clave, ya hablé de tres de ellos, (RBR, el Director y Cicerone Koga) pero sería injusto si no reconociera que el presidente del club los Xuferos ha sido una influencia decisiva para caracterizar a mis personajes del Hechizo. Le llamaré Henry.

Henry es un formidable jugador de una fortaleza ajedrecística enorme y de una fortaleza moral descomunal y envidiable. Su porte, su mesura, sus ademanes, sus enciclopédicos conocimientos sobre historia ajedrecística y su amor desmesurado por Caissa son un impresionante ejemplo difícil de ignorar, e imposible de alcanzar. No sólo es el alma del club, junto con RBR, sino también su cabeza pensante, el hombre que toma las decisiones, el código moral que alumbra la filosofía de club que reina en Los Xuferos: política aperturista y amistoso amateurismo por bandera (una redundancia necesaria). Pero es su especial forma de comprender el ajedrez lo que llama la atención. Su estilo es predominantemente combinador, abierto e incluso arriesgado, pero siempre sometido a la más estricta lógica y corrección matemática. Se relame cuando combina correctamente, pero deplora la especulación en los sacrificios y su frase preferida es: “esta combinación es más falsa que el beso de Judas”. Obviamente gustamos de estilos ajedrecísticos ligeramente dispares pero me reconozco deudor de su científica perspectiva, a la que admiro. Su ajedrez se define en una palabra: correcto. Además no existe anécdota que desconozca de la historia romántica del ajedrez, de los clásicos jugadores, de los Alekhine, Capablanca, Keres, Lasker,… ¡lo sabe todo!

Es un sincero placer compartir con él una cerveza, separados o no por 64 cuadriculadas razones, sentir su presencia y su crítica mirada sobre tus trebejos, y analizar una partida en el post-mortem en su compañía y con su milimétrica objetividad. Se cuentan por miles las partidas que con él he jugado. Cuantitativamente debe ser mi mayor alter ego ajedrecístico, y no es casualidad que dos de los personajes del Hechizo compartan con él inequívocos rasgos característicos. Ni que yo haya llegado a amar a Caissa con tanta pasión como él.

¡Gracias Henry! Otra deuda que no sé cómo ni cuándo podré pagar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario