miércoles, 10 de febrero de 2010

¡MAMÁ, DUELE!

“Todo fracaso es el condimento que da sabor al éxito” Truman Capote.

Uno-guión-cero. Derrotado.
Cero-guión-uno. Derrotado, con blancas.
Y venga a sumar derrotas.
El pecho se encoge.
Las sienes te duelen.
Ignoras las miradas inquisitivas de tus compañeros de equipo.
Olvidas la cena que tenías programada.
Soportas estoica y deportivamente el ego de tu adversario, que intenta analizar tu desastre.
Buscas excusas, ese despiste, ese reloj que iba tan rápido, ese ruido que me ha desconcentrado.
Y allá dentro, no sé muy bien dónde, duele.
No te has caído en un lanzamiento rectificado desde el extremo, ni has chocado con el poste en un remate de cabeza, ni te has torcido el tobillo al cazar ese rebote. Pero duele.

Es un dolor indescriptible, probablemente íntimamente relacionado con la esencia misma de la lucha ajedrecística, la lucha de voluntades e intelectos (¿soy tonto?), donde no hay responsabilidad compartida, ni inclemencias meteorológicas, ni árbitro cegato... Sólo tu incompetencia cognitiva. Y eso duele. La autoestima está esperando el resultado pacientemente durante toda la partida, para deshincharse o crecer, según los casos. Y luego está el dolor ¿ya lo he dicho?

Sólo me queda añadir que el dolor desaparece lentamente (suele durar una semana, más o menos), que es físico, que no tiene cura, y que es injusto. Porque tus familiares lo sufren subsidiariamente, con tus silencios, con tus ausencias, con tus desesperados análisis en la reclusión excluyente de tu tablero.

En “El hechizo de Caissa”, conoceremos el dolor. No lo dudéis.

2 comentarios:

  1. Cierto,duele.Pero hay veces (el ajedrez es tan rico y tan extraño),que ganas (Uno-guión-cero) y estás decepcionado; o pierdes (Gran rival,buen juego,valentía,combinación satisfactoria) y estás orgulloso.

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  2. Mi nivel de juego siempre ha sido bastante bajo. Empecé a competir por equipos porque acompañaba a mis hijos y así aprovechaba el tiempo. Cuando perdía, algunas veces me quedaba "hecho polvo" y pensaba que no volvería a jugar pero otras, es cierto, estaba satisfecho de lo que había hecho. Con las victorias pasaba lo mismo aunque eran tan pocas...

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